miércoles, 5 de marzo de 2008

Un escenario demasiado idílico

Práctica 01. Reflexión acerca del documental De Gutenberg a Gates (2000)

El documental De Gutenberg a Gates (2000) muestra una visión de la era de la información y su relación con Internet, y para ello se sirve de contrastes y similitudes entre los libros y las nuevas tecnologías, entre lo tradicional y lo rabiosamente actual, entre aquellos que están conectados y aquellos que distan mucho de estarlo. Porque, a pesar de las facilidades que proporciona la red, existe otra cara de la cuestión, no tan expuesta al público ya sea por desconocimiento o por encubrimiento para no empañar el fulgor internauta.

El desarrollo de la red ha servido para mejoras ciertamente plausibles, como queda ilustrado con el ejemplo de la cirugía maxilofacial. Un habitante de un país podrá ver sanada su boca gracias a que un cirujano de otro está dirigiendo la operación on-line. O, sin llegar al extremo del quirófano, Internet también es útil para el estudio de los casos médicos más problemáticos.

Pero ¿realmente todos tienen acceso a este tipo de avances? Aparece en el documental Globalvision, que es un medio de comunicación crítico que muestra que hay mucha gente y países que no están adaptados a la globalización ni a Internet. De hecho, se ha creado un concepto, el de brecha digital, para denominar el hecho de que haya quienes no estén alfabetizados en lo digital. Este “analfabetismo” puede estar originado por varias causas: desde el anciano que se apoya en que no entiende las tecnologías hasta la región o la persona que no cuenta con los recursos necesarios para acceder a la red.

Y es que este es el verdadero problema: el acceso. Para Bill Gates, la globalización es poder acceder a todas las tiendas de todo el mundo (a través de Internet, obviamente). Pero ¿todos pueden disfrutar de ese acceso? En De Gutenberg a Gates se muestran casos que, en principio, podrían resultarnos chocantes, como que en Bhután se instalen las nuevas tecnologías sustituyendo a técnicas de almacenamiento de la información antiquísimas. Este país ha sido el último en unirse a la revolución informativa, al menos en 2000, el año de producción del documental. Los monjes budistas han hecho algo impensable en el imaginario colectivo, en la idea que tenemos de ellos: acceder a la red. Las tecnologías les sirven tanto para almacenar la información como para darla a conocer a otros países y culturas, además de posibilitar la comunicación con los bhutaneses emigrados.

A pesar de este caso en el que los individuos han mostrado una verdadera voluntad de integrarse en la red, considero que hay quien ni siquiera podrá plantearse esa posibilidad porque tenga otras cosas en las que pensar, como la inmediata supervivencia, sin ir más lejos. Por tanto ¿la globalización y la progresiva implantación de nuevas tecnologías benefician realmente a todos? ¿O no hace sino agravar las diferencias entre los que están conectados y los que no pueden estarlo? ¿Y qué ocurre con los que, directamente, no muestran voluntad ni gusto por hacerlo?

Como se afirma en el documental, el nuevo capitalismo digital, alabado por Bill Gates, sólo valora lo último que haga el trabajador, sin tener en cuenta su evolución. Esto es entendido por muchos, y no sin razón, como una crueldad. Los pronósticos otorgan a los ordenadores el papel de banqueros y a Internet, el de la Bolsa. Pero ¿por qué propulsar una deshumanización de las transacciones comerciales en general si hay tanta gente que no entiende de tecnologías punteras o no puede alcanzarlas? Parece como si en realidad con Internet no se pretendiese facilitar la vida a todo el mundo, sino que, como se expone en el documental, la red es tan democrática que se siguen manteniendo los centros de poder. Puede culparse a la pobreza de los países de que no se disponga el dinero necesario para adquirir las nuevas tecnologías. Sin embargo, Internet es un medio relativamente nuevo y, al igual que unos padres educarán a un recién nacido, perfectamente podría haber sido encauzado por otros caminos que realmente incluyesen a todos.

Se tiende a un cierto colonialismo digital al que hay que unirse o morir. Y en esto se ven afectados desde los empresarios hasta las relaciones personales. En este ámbito, a mi modo de ver, se da una dicotomía difícil de solucionar: por un lado, Internet es bueno para las relaciones interpersonales porque uno puede conocer a gente de cualquier parte del mundo o contactar con familiares de otros países e invitarles a una boda; pero por otro, el trato queda deshumanizado y el chat llega a considerarse como el consuelo que el mundo real ya no es capaz de proporcionar. Un chico que aparece en el documental, por ejemplo, se siente orgulloso de que todo lo que necesita lo compra por Internet y de poder editar sus propias creaciones audiovisuales sin sufrir las presiones de las grandes empresas. Sin embargo ¿realmente conseguirá éxito con sus películas teniendo en cuenta la inmensidad de Internet y la infinita cantidad de productos que gente como él ofrecerán? ¿Es feliz sin tener contacto real con las personas?

Creo que es inevitable que el futuro tienda a ir por los cauces de la red porque eso es algo en lo que la gente de a pie de calle no puede influir. Por tanto, nos vemos abocados a alfabetizarnos en lo digital a no ser que queramos vernos convertidos en reliquias que podrán tener éxito, pero sólo para los amantes de lo tradicional. Sin embargo, debería ponerse cuidado para no crear una sociedad donde ninguna persona salga de casa ya que todo lo puede gestionar a través de Internet. Se debería evitar la deshumanización que supone no experimentar el cara a cara (por muchas webcam que haya o por mucha calidad que ofrezcan) o quitar asignaturas humanísticas de los colegios en favor de las nuevas tecnologías.

Partiendo de que creo que no todo es tan idílico como lo pintan, pienso que, como ese chico que edita sus propios vídeos, habrá miles. Se habla mucho de que Internet permite que las personas creen sus propios negocios pero ¿realmente conseguirán éxito compitiendo en un mercado mundial? Algunos sí. El chico del ejemplo posiblemente también, y quizá los otros 999.999 que hay como él, pero creo que no obtendrán ni de lejos el mismo beneficio que se obtiene ahora con las películas de grandes productoras. Cada persona podrá buscar su nicho de negocio, pero a cambio de que este sea bastante más pequeño. ¿Es esto lo que propugna Bill Gates, alguien con una cuota de mercado no precisamente reducida? Así es muy fácil ser profeta. Gates afirma que ninguna empresa dura eternamente, por lo que cabría preguntarse si se sentiría satisfecho de que en ese sistema tan idílico Microsoft llegase a hundirse, si aceptaría una hipotética desaparición de su compañía admitiendo que se siente contento porque así es como debe funcionar el mundo.

0 comentarios: